jueves, 16 de abril de 2015

Mentira la Verdad - La Alegoría del Mito de la Caverna - Platon

En nuestra lectura obligatoria Fedro, de Platón, el Amor se presenta como un tipo de locura, don de los dioses, que permite conectarse, mediante la reminiscencia de lo bello, con la Idea de Belleza. Como sabemos, este es un trabajo que debe realizar el propio sujeto para acceder a la verdad. Como vimos en La hermenéutica del sujeto, M. Foucault señala dos momentos históricos en las relaciones entre sujeto y verdad, y en cada uno de ellos puede identificarse un determinado tipo de acceso a la verdad y, por otro lado, diferentes efectos en relación a la constitución del sujeto. En la Antigüedad Clásica, ese acceso a la verdad suponía un trabajo sobre sí mismo, mediante determinadas técnicas y ejercicios, que Foucault llama "técnicas de sí" y que constituyen la epimeleia heautou o inquietud de sí. En la teoría del conocimiento platónica es posible advertir ese trabajo para llegar a la verdad, trabajo que en Fedro es mencionado como una "iniciación". Dice el texto: "El varón, pues, que haga uso adecuado de tales recordatorios, iniciado en tales ceremonias perfectas, sólo él será perfecto. Apartado así, de humanos menesteres y volcado a lo divino, es tachado por la gente como de perturbado, sin darse cuenta de que lo que está es <entusiasmado>" (249d, p. 268 de nuestra edición). No es el único lugar donde Platón manifiesta el riesgo de acceder a la verdad y ser tomado por un loco o perturbado. También en la famosa alegoría de la caverna, en la República, aparece la idea de que quien contempla el Bien en sí mismo, la Idea de Bien, y retorna a la caverna a contarlo a los esclavos que se encontraban en ella, teniendo por realidad las sombras proyectadas, es tomado por un insensato. 

Les dejamos aquí un capítulo de Mentira la Verdad, sobre esta alegoría. 



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