Comenzamos una aventura del pensamiento. Encontrarse por primera vez con la filosofía puede no ser tarea sencilla. No estamos acostumbrados a su pregunta incómoda, que moviliza lo que hasta ese momento teníamos por seguro, ni a un lenguaje que nos interpela a leer de otros modos, a entregarnos a experiencias de lecturas en las cuales lo importante no es comprender la verdad de otros, la verdad de quienes escribieron, sino experimentar de qué modo nos relacionamos con ella. Leer filosofía puede ser una aventura. Porque una experiencia de lectura nos compromete totalmente: no somos los mismos después de atrevernos a nuevos sentidos, a nuevos lenguajes, a nuevas preguntas. Una experiencia de lectura es una experiencia de pensamiento. Por tanto, los invitamos a leer de un modo “impresionista”. Como en la pintura, que con pequeñas pinceladas creaban una obra que no puede ser comprendida a partir de la mirada fija en cada una de ellas, sino que tomando distancia encontramos su sentido; de la misma manera, una lectura impresionista invita a entregarse al vaivén de la lectura, y aunque no se comprenda de primeras, dejar que finalmente el texto nos diga algo, nos interpele, podamos hacerle preguntas.
La filosofía habla otra lengua. Como los niños. Como los otros. Para comprenderla, sólo hay que escucharla. Y tener la paciencia de leer, una y otra vez, sin desesperar. Finalmente, algo nos susurrará. Algún sentido nos despertará. Alguna pregunta, alguna inquietud, alguna incomodidad. Es que no podemos reducir la filosofía a su historia, sus disciplinas, sus etapas, o sus autores. Es un ejercicio, una práctica del pensamiento. Es el trabajo del pensamiento sobre sí mismo. Cada momento de la filosofía es un acontecimiento en el pensamiento, que puede servirnos para pensar nuestro propio presente. Para hacer un diagnóstico de lo que somos. La filosofía es esa práctica del pensamiento que nos invita no a legitimar lo que ya sabemos, sino a saber si es posible pensar distinto de cómo pensamos. Es una puesta en jaque a nuestras seguridades, a las verdades alcanzadas. Es aquella práctica mediante la cual también se crean conceptos para pensar determinados problemas. Por eso se relaciona íntimamente con la pregunta. Con la pregunta infantil: aquella que no teme preguntar, que se abisma en las profundidades del pensamiento, que no pregunta desde un supuesto no saber, sino desde una inquietud ante la existencia y la vida cotidiana. Claro, preguntar, es peligroso. Como cualquier aventura. No sabemos a qué buen puerto nos llevará. No diremos en esta unidad qué es la filosofía. Solamente podemos saber qué es la filosofía teniendo experiencia de ella. Aventurándonos en nuestro pensamiento.
(Como texto introductorio sobre cuál es el origen de la filosofía, pueden leer a Jaspers, cliqueando en la página de este blog Otras Lecturas)